Esta es no es una historia sobre Theranos
Lo que sí me queda claro ahora es que hay que dejar la historia de Theranos atrás y voltear hacia adelante; ver lo que sí existe y llevarlo a la realidad.
Nota de Bioemprendedor.cl: Este es un nuevo aporte que nos llega de una bioemprendedora Mexicana a la que el caso Theranos le dejó lecciones y experiencias que seguro le servirán a más de algún bioemprendedor Chileno1. Agradecemos mucho este y los futuros aportes de todos nuestros lectores. ¡A seguir luchando por el bioemprendimiento!
Por todos lados he leído noticias, opiniones y comentarios sobre Theranos: el ascenso y la caída. Así que no me parece necesario aumentar a la historia; se pueden encontrar resúmenes completos aquí, aquí y aquí.
Más bien, este escrito surge como reflexión porque he terminado de leer “Bad Blood”, el libro que John Carreyrou publicó sobre Elizabeth Holmes y su empresa, y estoy en shock. Como todos.
Pero sí necesito explicar todo el contexto.
Mi historia con Theranos es larga. La primera vez que leí una noticia sobre la empresa quedé intrigada. Yo aún estaba estudiando la maestría en biología molecular, y prácticamente todo mi trabajo se basaba en el uso de gotas de sangre para aislar moléculas. El paralelismo es obvio. Pero a mí me estaba costando mucho trabajo (y también tiempo, lágrimas y desesperación) analizar una sola molécula, mientras que Holmes (que ni siquiera tiene una licenciatura) predicaba que podía hacer cientos de análisis diferentes usando la misma cantidad de sangre. Ella debía ser una genio para haber logrado eso.
Comencé a seguir su historia con fervor; recuerdo haber leído las noticias originales en el Wall Street Journal, Forbes y Fortune. La historia podía sonar inspiradora; pero lo que yo quería eran métodos y datos: la ciencia detrás.
Busqué por todos lados y no encontré absolutamente nada. Secreto total. Yo siempre había estado en el mundo académico y no sabía mucho sobre empresas y menos todavía sobre “startups”; por eso el hecho de que no publicaran sus métodos debido a que los consideraban secretos comerciales me pareció lógico, aunque decepcionante. En algún momento incluso consideré solicitar una estadía en la empresa, porque me frustraba no saber.
Lo que más me sorprendía sobre Theranos era que habían pasado 10 años haciendo investigación y desarrollo con inversión privada y sin vender 1 sólo dólar.
Pero más adelante cuando vi la TED Talk de Elizabeth Holmes algo me pareció extraño. Ella me pareció extraña. Pero no era eso. Tuve que ver la charla como 4 veces para darme cuenta que en ningún momento mencionó la tecnología tan maravillosa en la que estaba trabajando.
Conozco a muchos científicos y la realidad es que a todos nos gusta hablar de nuestro trabajo aunque nadie nos entienda. No se me hacía lógico que trabajando en algo tan increíble, esta mujer no sintiera la necesidad de compartirlo con nadie. Patentes, propiedad intelectual, secretos industriales… todo eso lo entiendo. ¿Pero, la falta total de emoción por compartir algo que parecía tan emocionante? Eso, más la falta de publicaciones en revistas científicas y su nula asistencia a congresos del área me pareció raro. Supuse que se podría deber a su falta de experiencia en el ámbito científico.
Pero en ese momento ya le habían invertido 350 millones de dólares. Es decir, alguien estaba viendo algo que yo no veía, o simplemente eso estaba pasando en un mundo que yo no entendía. Superé mi obsesión.
Un par de años después, en un intento (hasta ahora sin éxito) de llevar mi trabajo de detección de una molécula en una gota de sangre al mercado, me aventé a fundar mi propia empresa. Y en ese momento, intentando entender un mundo del que no me sentía parte, volví a buscar “Theranos”. Entonces vino el escándalo.
Tengo que decir que cuando salió el primer artículo exponiendo a Theranos en el WSJ no me sentí demasiado sorprendida, pero sí profundamente defraudada. Yo quería creer. Recuerdo que vi en vivo la primera entrevista que Holmes dio en respuesta al artículo, y su actitud dejaba claro que estaba mintiendo descaradamente. Me dio pena ajena.
Unos meses después vino el primer comentario al terminar una presentación de mi trabajo con un mentor de negocios: “Lo que me dices me suena mucho a Theranos, ¿has escuchado de ellos?, ¿realmente es posible lo que estás diciendo?”. Yo le sonreí, incómoda. Y después intenté explicarle la diferencia, aunque no estoy segura si me creyó del todo. He escuchado este tipo de comentarios con frecuencia desde entonces.
Ahora que por fin he leído la historia completa contada por Carreyrou, me queda claro que para lograr mantener una mentira tan grande por tanto tiempo hizo falta no sólo el que la dijera, sino también quien la creyera.
Lastimosamente, lo que nos dejó Theranos fue el miedo a creer que realmente existan tecnologías con el poder de revolucionar el sistema de salud. Pero las hay. Entonces, ¿cómo volver a generar esa confianza?, ¿cómo volver a creer?
Creo que los científicos deberíamos:
- Aprender a vender, no sólo un producto, también nuestras ideas. Vender no es denigrante, lograr que alguien realmente quiera lo que ofrecemos debería verse como un orgullo.
- Investigar los términos y los alcances de la inversión y los diferentes tipos de inversionistas. Dedicarle tanto tiempo a esto como el que le dedicamos a hacer experimentos.
- Salir del laboratorio; ver lo que la gente ve, escuchar lo que la gente escucha, entender lo que la gente quiere.
- Soltar nuestro ego. Lo peor es escuchar a personas que no saben sobre nuestro trabajo, opinar sobre él. Pero si abrimos un poco la mente, tal vez recibamos retroalimentación e ideas interesantes de personas de las que nunca lo hubiéramos esperado.
- Hablar normal. Dejar los tecnicismos. Para compartir ideas con otros científicos es esencial, pero al hablar con otros no nos hace parecer más inteligentes, sólo más presuntuosos.
Por otro lado, a mí me gustaría ver que los inversionistas y mentores:
- Dejaran de creer la historia del fundador de 20 años que se salió de la escuela y tiene la idea que revolucionará la biotecnología. Los grandes fundadores de empresas exitosas en el área suelen ser personas con maestrías y doctorados y que mantienen contacto constante con la academia.
- Pensaran a largo plazo. Al menos en Latinoamérica lo que he visto (y muchos conocidos afirman lo mismo) es que los inversionistas buscan obtener retornos inmediatos, o al menos a muy corto plazo. En biotecnología eso no va a suceder; pero los retornos pueden ser enormes si se piensa a futuro.
- No obligaran a los emprendedores a vender de inmediato. Si bien un negocio es un negocio; distraer al equipo en la etapa de desarrollo para ponerlos a vender, lo único que va a provocar es que el producto propuesto nunca llegue a concretarse.
- Apoyaran a emprendimientos sin un producto listo. En biotecnología, se necesita tiempo para desarrollo, se necesitan recursos humanos calificados y se necesita equipo. Sí, la inversión inicial es alta pero lo vale. No se puede esperar invertir lo mismo para crear un producto en biología sintética que para crear un software o una app.
- Intentaran entender el fundamento de la tecnología. Si, como propuse arriba, los científicos deberíamos investigar más sobre inversión, ventas, administración, etc. Sería ideal que los inversionistas y los mentores buscaran también entender sobre qué hablamos nosotros cuando decimos “gen”, “CRISPR” o “microRNA”.
Esta es sólo mi reflexión. No pretendo dar una lista exhaustiva ni saber la verdad absoluta; es sólo lo que alcanzo a entender. Lo que sí me queda claro ahora es que hay que dejar la historia de Theranos atrás y voltear hacia adelante; ver lo que sí existe y llevarlo a la realidad. Revolucionar la salud con propuestas de verdad.
- Esta columna fue originalmente publicada por Patricia en su blog en Medium el 17 de Agosto de 2018. Gentilmente nos entregó su permiso para publicarla aquí aceptando las políticas de nuestro sitio. ¡Gracias otra vez Patricia! ↩